24 de septiembre de 2010

Montes Pirin. Día 17 (Parte 1 de 2)

Día 17:


Ludi en marcha

Nos levantamos a las 7, para desayunar algo en el refugio. Evito el contacto visual con el porcino nocturno, no vaya a ser que todavía la tengamos. Comenzamos a andar en dirección este, hacia un estrecho collado que he acertado a traducir algo así como: “Kraledvorska Liava Porta”. Nos despedimos de las vistas del inconfundible Kamenitsa, una gran mole enfrente del refugio que es bastante famosa en estos montes. Desconozco si la cerveza nacional Kamenitza tiene algo que ver con este asunto.

Tras una bajada delicada por la otra vertiente, nos acercamos al precioso lago “Popovo ezero”. Ludi me pone al día: según cuenta la leyenda, la frondosa islita que tiene este algo en el centro, es el kamilavka (el gorro que usan los cristianos ortodoxos) de un sacerdote del lugar. Los turcos llegaron a un pueblo cercano con intenciones explícitamente violentas, y entre otras fechorías, violaron a la hija del religioso. Entonces se arrojó a las aguas del lago y se hundió hasta el fondo. Su gorro emergió y se transformó en esa misteriosa isla.

El sendero continúa, cada vez más ancho y pisado, hacia el norte. La niebla nos impide disfrutar más tiempo del paraje adyacente, pero al mismo tiempo refresca nuestro paso hasta el refugio de Bezbov. Dos telesillas eternos, muchísimo bosque, y decenas de curvas de horquilla (el tío de Ludi ha venido a recogernos en mi coche), es lo que dejamos atrás antes de llegar al pueblo de Gotse Delchev sobre las 13.30 horas. De ahí a Bansko no hay nada.

Popobo Ezero
Por si no fuera ya suficiente la hospitalidad demostrada, la familia de Ludi nos invita a un caluroso café en un lujoso Hotel-Balneario de la turística villa. Nos despedimos de ellos y ponemos rumbo a Sofía sin demasiada dilación, pues hoy se espera una pequeña “operación-retorno” que puede torturarnos si llegamos allí demasiado tarde.

Hasta aquí todo ha ido muy bien, pero ahora es cuando empieza lo verdaderamente encantador del día. A la media hora de trayecto con el Golf, olemos a chamusquina y paramos. El humo escapando por los bordes del capó no es un bonito recuerdo.

Abrimos la máquina y aquello parece una fogata de boy-scouts. Pese a que suelo llevarlo siempre conmigo, en ese momento no disponemos de un extintor (ironía). Estamos, por decirlo de alguna manera, en mitad de la nada, así que toca pensar qué hacer para solucionar el embrollo (asistencia en viaje no hay). Para evitar estresarnos en demasía, y aprovechando la coyuntura de tener un bar de carretera cerca, procedemos a comer y tomar una cerveza. Trato de ignorar lo sucedido y disfrutar de los alimentos, no obstante la imagen de mi coche humeante me perturba ligeramente.

Refugio de Bezbog

Tras recargar las pilas, Ludi tira de contactos y llama a un amigo mecánico. Una larga conversación, con el motor delante, y la conclusión es la siguiente: “Only cut this!! And no problem!! No problem!!”, me dice al tiempo que me señala la correa de la que había estado saliendo humo más de media hora. Gentilmente me facilita una navaja de poderoso filo. Vacilo un poco, pero finalmente me fío de las indicaciones de su amigo mecánico. Yo a ese tío lo he visto en persona y la verdad es que transmite amplia seguridad en sus conocimientos mecánicos. Es un veterano del negocio. 

“Zas!!”, a tomar por culo correa. La saco de allí como puedo. “Ok!!”, me dice Ludi. “Now take the car and go, go go!!!”. “Run fast!!, no lights, no lights!! No electricity!!”. Mientras nos subimos con prisas al coche, me acaba de traducir Iva el percal: Nada de usar cualquier cosa que necesite de batería, pues al cortar la correa del aire acondicionado, no llega movimiento al alternador y nos quedamos sin ella. Me dice que Ludi conduce si hace falta, pero que necesitamos darnos prisa porque si se nos hace de noche, "Houston, we have a problem".

Bajando en el interminable telesilla


“Nada nada, ya conduzco yo”, le respondo. Ya puestos a liarla, la lío yo hasta el final. “Guau…”, el coche arranca como si nada y salimos pitando. “Mierda!!!”, dí el intermitente sin querer al incorporarme. Yo no tengo idea de mecánica y probablemente no tenga mayor misterio lo que estábamos haciendo, pero a mí en ese momento me sorprendió muchísimo que aquello funcionase bien después de la nube de humo y posterior navajazo.
 
 
Continúa ....

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