3 de enero de 2011

Musala (Montañas de Rila). Día 50

Día 50:

Comienzo de la ruta...Borovets
Me despierto a las 8 de la mañana con un mensaje de Lubo en el móvil: “Marcos, al final no voy. Pásalo bien.”. He de decir que leer esto, aunque era esperado, me alivió. Lubo es un gran tipo, de eso no cabe duda, pero me daba cierto yuyu emboscarme con él en esta ruta, en estas condiciones. Tras una hora de carretera, a las 9.30 estoy en Borovets, la más concurrida estación invernal de Bulgaria (junto con Bansko). Casi todo está cerrado aquí, y no hay gente por las calles. Aparco junto al que creo que es el comienzo de la ruta, que no está señalizado. Está situado a 1.300 metros de altitud. No hay ningún coche alrededor, lo que indica que probablemente no me encuentre a nadie en el camino.  La pista está muy marcada, ya que es la que usan los vehículos de la estación de ski para el mantenimiento de las pistas superiores. No hay pérdida. La primera hora y media de caminata es bastante lúgubre y fría, ya que transcurre en un apabullante bosque de pinos que bloquean los rayos de luz varios metros por encima de mi cabeza, donde sólo veo niebla y copas de árboles. El bosque es tan profundo y espeso, que se agradece que el camino sea una pista forestal y no un estrecho sendero. El suelo tiene una fina capa de nieve, que en su superficie es auténtico hielo. 

Y por fin comencé a salir del frondoso bosque...

Cuando (¡al fin!) comienzo a salir del bosque, el sol lo ilumina todo repentinamente. Esto, por tontería que parezca, me animó muchísimo, pues hasta ese momento no tenía muchas esperanzas de que fuese posible llegar a la cima del Musala. Realmente tenía muy pocas, incluso de llegar hasta el refugio, situado a 2.450 metros de altitud. Y es que una vez que dejo a mis espaldas el frondoso pinar y la espesa niebla, todo parece más fácil de repente. Paso cerca de la estación superior del telesilla Yastrebets, que es el punto más alto de la estación. Unos operarios están cambiando unos cables cerca de allí, así que aprovecho para preguntarles si voy en la dirección correcta. Ellos se quedan bastante sorprendidos de verme andando por aquí, aunque para mí supone otra bocanada de ánimo que me confirmen que voy bien. Paradójicamente, a partir de este momento pierdo de vista el camino, y sigo simplemente ascendiendo la ladera de la montaña en la dirección que intuyo correcta. Durante bastante rato sigo unas pisadas de perro que se van colando con habilidad entre numerosos arbustos y charcos de fango-nieve. Tal vez las huellas eran de otro animal, pero yo en ese momento preferí pensar que eran de perro por mi propia tranquilidad (aunque tiene chiste… ¿qué va a hacer un perro por aquí, sólo?). 

Poco antes de encontrarme con los trabajadores... las rodadas eran suyas

Musala Hut... según le ví
Cuando llego al Musala Hut (refugio), a eso de la 12.15, hago mi primer descanso en toda la mañana. Aprovecho para entrar dentro, donde me encuentro a los dos guardas jugando unas cartas junto a la lumbre. Me miran con cara rara, sin decir nada. Trato de entenderme con ellos, pero no hay forma, sólo hablan búlgaro. Trato de preguntarles (por señas) si hay alguien más de camino a la cumbre, pero no me comprenden. Me conformo con pedirles un cuchillo y una Coca Cola, y me hago un buen bocata. 20 minutos después vuelvo al camino, ahora sí, bien marcado y directo a la cima. A medida que subo la visibilidad es menor a causa de la neblina que envuelve al macizo, y la nieve más profunda.


Pasando junto a uno de los varios lagos que hay en el camino... el Musala se divisa imponente en la izquierda


Dejo atrás el refugio Everest (cerrado a cal y canto), construido en honor al primer búlgaro que alcanzó el techo del mundo, y que desgraciadamente murió en el regreso. El último tramo es precioso, ya en el mismo cono de la cima. Me recordó un poco al Paso de Caradhras por el que se empeñó en ir Gandalf (sí, en estos momentos de soledad la mente se monta unas películas que no veas…).  Finalmente a eso de las 15.00 h. llego arriba del todo, donde para mi sorpresa me encuentro un pedazo de refugio y estación meteorológica. Sabía que aquí había algo, pero no me imaginé esto (estamos a 2.925 m.). Le quita bastante encanto al lugar,  que es el punto más alto de todos los Balcanes. Además, un grupo de unos 20 macedonios estaban allí haciendo fotos y tomando té. Se interesaron por saber de dónde venía (ellos habían subido por la otra vertiente) y cómo estaba el camino de bajada. Me invitaron a un té y se mostraron bastante sorprendidos de encontrarse con un español aquí (supongo que no es lo más habitual…). Al final no hizo tanto frío como se preveía, el termómetro marcaba -8 grados, y afortunadamente no hacía nada de viento.

Vistas hacia el Norte, de donde vengo. Junto al tercer lago (el más lejano), está el Musala Hut, y más al fondo el valle hacia Borovets
Tras un rato de descanso y unas fotos, comienzo a bajar con los macedonios. La bajada la hago rápida y directa. Paré en el refugio Musala, donde en principio tenía previsto quedarme a dormir, pero viendo que me quedaban más de dos horas de luz para bajar hasta el coche, seguí para abajo. La última parte, la del enorme bosque, se me hizo larga, dura y pesada. Las piernas a reventar, en días como hoy me doy cuenta de lo vitales que son los palos de treking, si no los llego a tener no aguanto. Sobre las 18.00 h llegué al punto inicial, seriamente reventado… y es que de hecho fue una de las mayores palizas que recuerdo: 3.300 metros de desnivel acumulado y unos 25 km en 8 horas casi sin descanso.  Me queda 1 hora en coche hasta Sofía, durante la cual casi me quedo frito conduciendo, tuve que parar dos veces a por cafeína.


Creo que esto era el antiguo refugio del Musala... pero no estoy nada seguro
Al final... ¡Devastado!
Pero como siempre...pese a todo el esfuerzo físico, la experiencia fue finalmente muy gratificante. No es lo ideal subir a la montaña en solitario, es seguramente más aburrido (y arriesgado si surgen complicaciones), pero al mismo tiempo es una sensación diferente, interesante. Hubiese sido perfecto de no ser por las nubes y neblina que me impidieron disfrutar plenamente del maravilloso paraje que son las montañas de Rila, y me ocultaron por completo las vistas hacia el Sur mientras estuve en la cima.  El resto del fin de semana fue de PAZ (y PES) en el piso de Monroy-Pacas.



Hoy me despido con ...

Alice in Chains  y su Last Of My Kind