21 de septiembre de 2010

Montes Pirin. Día 16

Día 16:

Calculo que serían las 6 de la mañana cuando me despierta (a mí y al resto de la habitación) una chirriante y molestísima cacofonía en forma de alarma de teléfono móvil. Al cabo de unos interminables 20 ó 30 segundos, deja de sonar. “Bueno, vamos a seguir durmiendo”, pensé. Mi gozo en un pozo, pues unos 15 minutos después volvió a comenzar. Cuando finalizó, se oyeron los muelles de la cama de alguno que se retorcía molesto tras haber sido despertado por segunda vez.

Al poco de comenzar el día
Era de esperar, la pauta se repitió una, dos y tres veces más. “Me cago en su p**@ madre”, pienso. “Sólo falta que sea la del chucho,¡¡ la reviento!!”. Algunos, molestos, se incorporaban en la cama intentando localizar el dichoso móvil. Venía de algún profundo lugar entre la montonera de mochilas, chaquetas y botas que todos habíamos acumulado en el centro de la habitación (único sitio posible para hacerlo). Ludi, desde la litera superior, farfulla maldiciendo al feo cabrón que se ha olvidado la alarma puesta, y no se levanta ahora a apagarla. El ambiente en la sala es cada vez más tenso, todo el mundo quiere terminar de descansar, y nadie puede.

Pasamos la niebla
El aparato sigue con su cantinela, mientras la gente comienza a levantarse y recoger sus cosas, molestos con el feo incidente. Al final, 8.30 horas de la mañana, sólo quedamos Iva, Ludi y yo en la habitación. El móvil todavía sonando… Guardamos unos momentos de silencio, analizando la comprometida situación. Finalmente Ludi se pone a buscar frenéticamente en su mochila, temiéndose lo peor mientras farfulla algo en búlgaro. Y ahí está, saca su teléfono, y efectivamente comprueba que la alarma estaba programada a las 6. “Nunca había oído esa melodía!!, debí cambiarla sin querer!”, le dice a Iva en búlgaro. Nos echamos unas risas con la situación, qué le vas a hacer…

Pronto nos olvidamos del mal despertar, homenajéandonos con un espeso desayuno. Comenzamos a andar sobre las 9.30 h. Hace buena temperatura, aunque el cielo está nublado. Nos dirigimos hacia el sureste por una marcada senda que progresa ascendiendo constantemente. Al mismo tiempo que nosotros sale el chico alemán del día anterior, Christian, con el que entablamos conversación y compartimos la marcha.

Banderistkte ezera es el lago que nos confirma que vamos por el buen camino, y tras ello, un último repecho rocoso nos eleva hasta el punto más alto de nuestra ruta. A unos 2.600 metros de altitud media, iremos recorriendo el larguísimo cordal que forman las cimas de Vazela, Goliam Tilitz, Goliamata Strana y Prevelski Chukar. Tras ésta última, el camino desciende fuertemente para después volver a remontar al último collado del día, desde donde casi podremos ver ya nuestra meta: el precioso lago de Tevno Ezero, y su homónimo y cercano refugio a 2.500 m. de altitud.

Christian, oteando el horizonte (y el collado por el que pasaremos)


Son aproximadamente las 17.30 h en el momento en que nos liberamos de las mochilas. Enclavada en un paraje idílico, la cabaña ha sido ampliada y puede alojar a unas 50 personas, aunque la sala común tan sólo a unas 20. Es complicado hacerse sitio allí para tomar una cerveza Pirinska (la autóctona) y cenar ensalada búlgara y una especie de chorizo criollo que es muy típico de Bansko.

Por la noche tuve un conflicto, que afortunadamente no llegó a materializarse en forma física, porque hubiese acabado descuartizado. La polémica vino con un gorrino de tallaje ampliamente superior al mío, y apabullante tonelaje. Estaba claro que no jugábamos en la misma categoría, él probablemente podía competir en “Orcos División de Honor”, mientras que yo apenas podría ganarme un puesto en “Gnomos Tercera División Grupo B”.

El refugio Tevno Ezero
 Pues bien, ya llevábamos una hora durmiendo (que era el mismo tiempo que llevaba el refugio en estado de “Silencio total”), cuando entró en la habitación común como un elefante en una cacharrería, soltando carcajadas, ronquidos, rebuznos y molestos sonidos del estilo. No satisfecho con eso, al tumbarse (que casi derrumba la cabaña entera), se puso a emitir una especie de graznidos en plan Torbe el porno-freak. Yo creo que fue en este momento cuando desde mi más interior y profundo sentir, salió una lindeza del tipo “¡¡Me *@^# en tu #@?* madre, cerdo de *€#*^, cállate de una vez!!”. Desde luego que no formulé la queja de forma elegante. A él tampoco debió parecérselo, pues estuvo un largo rato mascando mi comentario, indignado. No había entendido con exactitud lo que le había dicho, pero algunas palabras son casi universales. Yo tampoco comprendí qué era lo que me decía, pero al parecer se trataba de algo relacionado con mis extremidades inferiores, y el verbo romper. La cosa finalmente no cuajó y terminamos compartiendo habitación sin llegar al altercado serio.

Vistas del valle que baja hacia Bansko, a mitad de camino


4 comentarios:

  1. ahi ahi kraman, eres como gimli, no se arruga ni ante el peor orco bulgaro.
    Estoy practicamente decidido a visitaros a final de octubre, aprovechando que tengo que bajar a Madrid a hacer un examen, y con las mismas pillarme un flight a vuestro temporal terruño.

    PD: obviamente todos queremos una cronica del cumpleaños de pacas ejej

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  2. Ok Charli, pero si te decides avisanos de las fechas, porque si es el finde ultimo de octubre, teniamos pensado hacer un viaje a estambul (tenemos puente esa semana). Asi que si vienes tal vez te podrias unir, si cuadra.

    la cronica del cumple de pacas puede ser buena jajaja, a ver si tengo tiempo para currarmela un poco :D

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  3. Hello Marco,

    that was a nice walk through the mountains of Bulgaria. I hope you will experience more adventures in the future.

    Best regards
    Christian

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  4. It was a very nice experience!! We enjoyed a lot... And of course, we all will have more adventures like that one :)

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